La pregunta es hasta qué punto las operadoras celulares son conscientes de las amenazas que se ciernen sobre ellas, y a qué velocidad son capaces de revertir el proceso y trastocar el mapa para hacer que esas amenazas se conviertan en oportunidades de negocio.
Un caso concreto de cómo pueden reaccionar es su posición frente al Wi-Max, el derivado de Wi-Fi para grandes espacios. Además de ADSL, que se está imponiendo en la telefonía fija como un sistema predilecto hacia la banda ancha, está el Wi-Fi, y sus desarrollos más sofisticados y mejorados, como Wi-Max. Lo que se pregunta ¿En qué medida Wi-Max puede ser un enemigo o un aliado de la telefonía celular de tercera generación?
Algunos analistas entienden que el Wi-Max no estaría plenamente desarrollado en su integridad desde un avance del 2006 o incluso 2007. Los expertos, además, entienden que serán los operadores móviles los que harán suya esa tecnología, de manera que utilizarán el despliegue de Wi-Max como complemento de sus propias redes de banda ancha, para mejorar la velocidad y capacidad de sus redes en áreas densamente pobladas, fundamentalmente las grandes ciudades.
Así, Wi-Max, bajo este paradigma, no tendría gran repercusión negativa en los ingresos de los operadores celulares a corto y medio plazo.
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